Cuando
entré en la habitación quinientos ocho de aquel hospital Natanael ya estaba
preparado para su traslado, una sabana lo cubría por completo, una tenue luz lo
iluminaba, lo miré, tenía el rostro pálido pero lleno de paz, en sus labios una
mueca como de sonrisa. Una extraña y agradable fragancia llegó hasta mi, traté
de buscar de dónde provenía, entonces encontré una cajita encima de la mesilla
de noche, a pesar de los años que llevaba con mi tío, cuidándolo, jamás había
visto esa cajita, aun que sí creía recordar que la hubiera mencionado en alguna
de sus anécdotas, la abrí, dentro sólo había dos alianzas de oro atadas con un
pequeño pañuelo, unos pétalos de rosa secos, un papel con una poesía y una foto
antigua de mi tío Natanael en Barcelona con una mujer… ¿Claudia?
“¿Qué es eso hijo” dijo Sofía, mi madre, al entrar en la habitación “No lo sé,
lo acabo de ver, supongo que era del tío” mi madre se acercó y tomó la caja,
cuando la abrió y vio lo que había dentro su cara se llenó de asombro, tomó la
poesía y la leyó:
“Como
escapan las notas de la guitarra
Como
huye la nieve del sol
Como
corren los ríos sus aguas
Como
el color, el olor de una flor
Que
el recuerdo reavive tu llama
Que
el recuerdo ahora sea tu voz
Que
el recuerdo recuerde tus ojos
Que
el recuerdo sea esta canción
En
la noche, serena, tranquila
En
la oscura luz del adiós
Se
cerraron tus ojos al mundo
Se
apagó para siempre tu voz
Sueñas
el sueño profundo
Descansas
ya tu dolor
Que
el recuerdo reavive tu llama
Que
el recuerdo ahora sea tu voz
Que
el recuerdo recuerde tus ojos
Que
el recuerdo sea esta canción
Y
pasó el tiempo marcado
Llego
el día y su adiós
Y
tocó decirse hasta luego
Y
tocó silenciar el dolor
Que
el recuerdo reavive tu llama
Que
el recuerdo ahora sea tu voz
Que
el recuerdo recuerde tus ojos
Que
el recuerdo sea esta canción
El
tiempo sigue pasando
Y
el tiempo nos sigue acercando
Que
tu huida no fue para siempre
Que
se que me estás esperando
Que
el recuerdo reavive tu llama
Que
el recuerdo ahora sea tu voz
Que
el recuerdo recuerde tus ojos
Que
el recuerdo sea esta canción”
me
miró y a continuación se acercó a la cama donde yacía mi tío, y destapando la
sabana, se acercó a él, lo besó, y le dijo “Todo este tiempo lo has estado
guardando, siempre has vivido para esto, nunca dejaste de amarla, aún en su
lejanía tú siempre supiste contemplarla más allá, aún en su aparente ausencia
siempre has vivido en su presencia, junto a ella, por ella, para ella, en ella.
Así es como siempre has sido calladamente, oculto en lo profundo de tu corazón,
ahora ya estáis juntos, ahora comprendo todo. Que no viviste sin amor, sino que
has vivido del amor, que nunca viviste solo. Gracias Natanael, gracias”
miré a mi madre algo asombrado, en su voz podía intuir que algo había de
especial en todo aquello, de sus ojos caían unas leves lágrimas, me acerqué a
ella en busca de respuesta a mi curiosidad “mamá, ¿quién es la chica que está
con el tío en la foto?” mi madre miró la foto, al ver a la mujer se le dibujó
una sonrisa “la tía Claudia hijo, la tía Claudia” la respuesta me desconcertó
por completo “¿la tía Claudia? Pero si el tío no llegó a casarse…”-“lo sé, pero
en su corazón siempre estuvo ella, si no se casó nunca es porque la amaba, en
vida él era su viudo, en su corazón él siempre fue su esposo…”-“disculpen pero
nos tenemos que llevar ya el cuerpo” dijo el auxiliar de enfermería a mi madre
“sí, sí, sin problema, hagan lo que deban” y se lo llevaron.
***
El entierro de Natanael fue sencillo. A pesar de ser un entierro no resultó
triste, no al menos para quienes mejor lo conocíamos, una brisa suave nos
acompañó todo el tiempo y una nube cubría el abrasador sol de aquel luminoso
día agosto, las campanas de la iglesia del pueblo tocaron las once y a lo
lejos, desde el cementerio, se veía quieto el lago, el eterno lago.
No hay comentarios:
Publicar un comentario